Cabezas

Carlos Pérez

 

Se puede decir que Teresa Tomás, entre los miles de caminos y vericuetos que forman el arte de final de siglo, ha elegido una vía inusual –muy alejada del pincel fino y, también, de la filigrana de alquitrán y los encolados de papel de prensa– marcada por las páginas de Minotaure, una portada del Vanity Fair realizada por Depero –el genial adicto al cordial Campari– y tres o cuatro manifiestos virulentos de vanguardia ya casi olvidados. Al optar por ese camino complejo, Teresa se ha distanciado de los tópicos casi turísticos del sur, de la perenne fascinación plástica por lo exótico, para adentrarse en los enigmáticos túneles de máquinas tragaperras –altares del maquinismo babélico–, en los que se llega al color, así como al conocimiento de unas criaturas con cabeza de cristal y antracita, a partir del humo negro de la velocidad –ya sea aérea o subterránea– que siempre se obstina en esconder a los espléndidos arrecifes de plástico y aluminio. Durante el trayecto, Teresa ha visitado mundos muy diversos. En unos abundan las sirenas y las mujeres de melena pintada –herederas de Tanguy, de la bisuteria de a cien y del cadáver exquisito– y, en otros, unos seres de cabeza rapada que esconden sus emociones según estrictas normas aerodinámicas porque nacieron –de eso no cabe la menor duda– de aquella aviadora arriesgada, descrita en un manual de Marinetti, que lucía en el pecho, a modo de flor, una gran hélice blanca de celuloide que, por su misma naturaleza, vibraba a cada movimiento del cuerpo. Sin embargo, los seres de esos mundos, aunque puedan parecer extraños, son bastante cotidianos y, una vez transformados en pájaros –es necesario indicar que Teresa los ha pensado desde el avión–, no tienen inconveniente en tomar café y, divertidos, jugar a la vaca como cualquier otro mortal, aunque –eso si– dentro de un necesario silencio metafísico que ordene y enmascare sus emociones porque, según aseguró el sesudo futurista Illari, suelen manifestar una línea de estado de ánimo de color rojo, débil e incierta al principio, más fuerte y viva al final, muy fuerte y muy viva en el momento de la explosión.

 

FUENTE: CATÁLOGO CABEZAS.

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