Habiendo deportado nuestros vestigios

SamiI El-Hage, Isabel Ramallo y Adolfo Barberá

 

Ángeles tramados: ni guías, guardianes o protectores; ni hermeneutas, mensajeros o intercesores; ni caídos, rebeldes o exterminadores; ni aterradores, apocalípticos o salvadores. Ni “Angelus Novus” de Klee en el que Benjamin veía el ángel de la historia, una mirada sobre las ruina del presente y un viento que insuflaba en sus alas un impulso de avenir. Los ángeles de Teresa Tomás están aprestados: pertrechados de ellos mismos, nos conducen a atravesar aquello que no les pertenece. Se nos muestran sin rostro descubierto. Sólo muestran su sellado. Vueltos hacia nosotros, desviándonos hacia ese otro lado “que no está vuelto hacia nosotros ni iluminado por nosotros” (Rilke citado por Blanchot). Ya no son enviados, son el envio de su materia. Ya no anuncian y acusamos recibo.

Especular y descríptica T/T. Espe(cta)cular y cautiva de la Mirada/Visión. Vaya espectáculo el suyo. Mi Sombra de Agua son tus Ojos por doquier. “La sombra de la botella debía ser una mujer pintada… pero lo próximo serían los ojos de un Ángel” (T/T). Los óleos redondos son esculturas invertidas en su camino virtual/especular/descríptico hacia la pintura. Sólo invertidas. Este es pues el punto de partida de una experiencia de descriptaje que va desde el “pensé: pintar” (escultura invertida, pintura especular) al “estoy pintando” que más que romper, facilita la salida del espacio especular y sustituye la ilusión de un código indescifrable por la afirmación urgente de un secreto anterior a todo código.

 

(Se envía)

EL TRADUCTOR (a la Escultora):

Assez. La lengua nos ha dicho que más difícil será traducir un ángel cuando éste sea doble.

 

LA LENGUA (en un aparte):

No. Lo que quise decir es que un ángel no cobra cuerpo por el mero hecho de que su nombre sea repetido [hue{bote}lla, pie de ángel d.sg.b.rn.d.].

 

LA ESCULTORA (a la lengua):

Sí. El segundo “ángel” de “Ángel, Ángel” es simulacro.

 

EL PEREGRINO:

Gestualidad semafórica, pero que no hace ni un signo de balbuceo, delimitando un espacio, sólo indicando lo que desbanda una vía.

A mis pies se extiende aquello que tus ojos nunca hollaron. Y a pesar de todo no me cuesta creer que T/T haya pensado este paisaje. Ya estuvimos aquí en otra ocasión. (Es una vergüenza que no te acuerdes, nicht wahr?) Alguien tuvo que dar el paso a ese verde: no se pasa de Sombra de Agua a El Hombre que quiere ser Ángel sin una cierta intervención heráldica, con –como dijera el peregrino– esa gestualidad semafórica que no hace ni un signo de balbuceo, que delimita un espacio, que sólo indica lo que desbanda una vía.

Ablativo absoluto (o Paco). Quizás no deberíamos haber visto La senda de los ángeles. ¿Incidencia crítica o enigma de una variación libre y ampliativa de lo que sería una encarnación o una ejecución del ángel? ¿O estaríamos en presencia del acabado de su posición? ¿O bien esta cabeza (¿o rostro?) impasible hundida en una torre–bote sería su última instalación? Por otra parte, ¿sobrevuela la torre o ha sido engastada en ella? Flota a su alrededor la memoria de lo que ella designa. Sobre su rostro es lavada otra duración. Dejando una traza: la pluma. La escalera, ¿prepara una invasión de los ángeles para recuperar la pluma? ¿O es al escalar, cuando un ángel ha perdido (o depositado) una pluma? Pero ésta, perdida de un ala o arrancada en vuelo, no sólo no se queda en el ojo sino que toma su lugar exacto.

Definitivamente suspendida. Imprime un sosiego al rostro. Es quizás, el comienzo de un relato de aventuras. La cabeza, contra todo pronóstico, no será tomada al asalto (la escala está demasiado bien plegada!).

Ángeles tramados. Evidencias sin necesidad. Representaciones posibles aunque detenidas. Esculturas “pintadas”, insiste Tomás. Quizás entonces lo entendamos como una resolución indiscernible de su acto, sin organización previa de un campo autónomo en el que la pintura reabriría o recubriría (a) un anonimato de objeto. Incluso esta adición de especie (hombre + pájaro), ¿no es una manera de destituir la invisibilidad del ángel, llevado a ese lugar improbable, su corazón? Si tiene un corazón, éste no late, no es su razón (la razón que hay en el corazón) está forjado, corazón – cuerpo mezclado, modelado, enterrado: ni albergado ni abrigado. Enterrado a la vista, signo visible en lo que no es ni dibujo de acompañamiento, ni boceto preparatorio sino especie de miniaturas au claire–voie de ángeles sin empleo. La base–tallo les corta todo salir volando o sobrevolar. Plantados, en una gestualidad semafórica, pero que no hace ni un signo de balbuceo, delimitando un espacio, sólamente indicando lo que desbanda una vía. Alas desplegadas, pero ala impar. ¿Cómo? Ahí reside la belleza de las esculturas, en esas alas como dos hojas de tijeras que chasquean sin morder, o en un ala que atraviesa sin comenzar a cortar. En esa erección testaruda, su reserva y su sostén, inobstinados.

(La verdad nunca ha sido enjaulada.)

Ay!. Tengo la cripta en mi zapato. Y hacia el monte BUG mandalamente ascendimos en un intento de romper la especularidad. ¿Han llegado a la casa? No. Es la casa la que llegó y la que se instaló. Sí. La casa –si algo así como una casa es posible– vino después, en busca de habitación.

 (Como el bastón del ciego.)

Ángel síntesis. Ángel para los ojos, sin los ojos” (T/T). Y se abre el largo paréntesis de su mirada, descifrada ya en la corporeidad secuestrada de toda visión. O: Ángel truncado. Simulacro de la visión que se mantiene invisible y (¿por qué no?) de la visibilidad misma. “Ángel para” es el punto ciego de un ángulo que remite siempre a una imagen fuera del campo escópico, desde ese exceso de mirada que se hace visión en el aparecer (o: la imagen) del otro.

Anticipa el ojo. Pupilas varias, desde las cuales vemos distintos momentos escenificados a modo de fotogramas que se suceden rítmicamente siguiendo un orden definido por la lógica de “Los ojos del ángel”: vemos sin ver desde donde los miramos. Imaginemos este donde (especular y especulativo) como la ubicuidad recreada en cada cegado volumen, punto ciego que remite a su imagen visible (¿o se confunde con ella?). (Se) [P]recipita el ángel truncado.

Astucia del batallón en una aparente calma de vidrio. Fue tal que tras la retirada [“life is a fractal in Hilbert space”, R/Rucker] alcanzan el ojo sin cuerpo sin pasar por el cuerpo del ángel.

 

FUENTE: CATÁLOGO LOS OJOS DEL ÁNGEL.

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